
Abd Al-Malik
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Abd Al-Malik
Ser hijo de Almansor, el gran guerrero y político del califato de Córdoba, implicaba tener el listón muy alto. Y ser su segundo hijo no era la situación óptima. Pero Abd Al-Malik era un gran guerrero que ya se había distinguido en algunas campañas bajo las órdenes de su padre. Por eso, cuando este murió, nadie puso en duda que heredara sus cargos a pesar de tener solamente 27 años. Se mostró implacable contra los reinos y los condados del norte de la Península y los hizo caer en varias batallas. En la Anoia, arrasó Castellolí y, tres años más tarde, quería volver a dar un golpe de gracia en el territorio.
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El condado de Cerdaña. Los señores de la montaña
El condado de Cerdaña y Berga había sido conquistado por los francos en el siglo IX. Al último conde al que designaron allí los reyes francos fue Wifredo el Velloso, el cual, a su muerte, repartió sus condados entre sus hijos. En cada generación, los diferentes territorios se repartían entre los hermanos, anexionándolos o volviéndolos a escindir según las necesidades. De esta forma, a finales del siglo X llegó a las manos de los bisnietos de Wifredo el Velloso. Tras un breve periodo de división del condado en dos, este se volvió a reunificar bajo el mandato de Guifré II.
Pero en aquel momento las cuestiones dinásticas no eran la principal preocupación del territorio: la frontera era frágil y el enemigo del otro lado, temible.
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La herencia de Wifredo el Velloso
(siglos XI-XII)
En la época de Wifredo el Velloso, toda la comarca de la Anoia quedó incorporada a sus condados. No obstante, 100 años después todavía no era un territorio seguro. La débil frontera que separaba a los cristianos de los sarracenos a menudo era traspasada por las espadas. Y, los primeros en sufrirlo, los más vulnerables, eran siempre los colones.
A lo largo de la primera mitad del siglo XI, los herederos de Wifredo lucharon por conservar este territorio promoviendo repoblamientos, levantando fortificaciones y, cuando tenían la ocasión, saliendo al ataque. Pero todo cambió a mediados del siglo XI. El aumento del poder de los condes y la división del califato de Córdoba en taifas no propició un avance de la frontera, sino un estancamiento, ya que los condes preferían cobrar tasas a las taifas andalusíes y expandirse hacia Occitania. En el siglo XII, los condados catalanes ya eran maduros y fuertes, y optaron por derrumbar la frontera que se habían autoimpuesto en el sur.
Durante aquellos 150 años, se movieron por la comarca de la Anoia grandes personajes: nobles, obispos, guerreros y diplomáticos. Todos ellos dejaron huella y todos protagonizaron luchas memorables.
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