
Joan I de Montbui
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Joan I de Montbui
Fue un vasallo fiel de Hug II de Cardona, pero actuó con prudencia para ganarse la confianza de la monarquía. De esta forma, participó en la campaña enviada por Pere III a Cerdeña para sofocar la revuelta de los Arborea.
El año 1375 supuso un punto de inflexión en su vida: el rey Pedro III nombró a Hug II conde de Cardona y lo hizo consejero real. Desde esta posición, Hug intervino para que se reconociera el dominio de Joan I de Montbui sobre las aguas del río Anoia y sobre el molino del monasterio, lo que le proporcionaba una posición importante en Igualada. También incrementó sus posesiones en la comarca y en las cercanías. Cuando Juan I el Cazador, hijo de Pedro III, fue coronado rey, mantuvo a Hug II de Cardona como consejero. Fue entonces cuando la vida de Joan de Montbui hizo un salto cualitativo: volvió a Cerdeña como gobernador de la isla y como señor del castillo de Cáller. A su lado se encontraba su hermano Francesc, que le hacía de lugarteniente. Más tarde recibiría cargos en Fraga, pero los Montbui ya habían fijado su trama de poder en Cerdeña.
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Los Montbui: los agentes de los Cardona
En el siglo XIV, los Cardona empezaron a quedarse con todos los dominios de los Claramunt y, poco después, consiguieron gran parte de las posesiones que había tenido el obispado de Vic en la zona. Con esto habían rodeado la ciudad real de Igualada, pero les faltaba una pieza por conseguir: el señorío de Tous. Para velar por sus intereses en la zona, los Cardona se valieron de dos familias: los Montbui y los Ocelló. Los Montbui consiguieron restar espacios de poder en la ciudad de Igualada y compitieron con los Tous en la obtención de cargos públicos. Los Ocelló se enfrentaron con los Castellolí, habituales aliados de los Tous. ¿Consiguieron los Cardona y sus vasallos frenar el ascenso de los Tous y de la ciudad de Igualada?
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[toggle title=»INTRODUCCIÓN»]
Al servicio de Pedro el Ceremonioso
(siglo XIV)
El siglo XIII había supuesto el estallido del poder catalán en el Mediterráneo: Jaime I había incorporado a la Corona los reinos de Mallorca y Valencia, su hijo Pedro II había añadido Sicilia, y su nieto Jaime II, Cerdeña. No obstante, los hijos de los monarcas se habían ido repartiendo los reinos, lo que incluso había provocado enfrentamientos entre ellos.
Resolver este problema fue el principal objetivo de Pedro III el Ceremonioso en el siglo XIV. Durante los más de 50 años de reinado, centró sus esfuerzos en reunificar todas las posesiones de la familia. Cuando murió, Pedro III era rey de Aragón, de Mallorca, de Valencia, de Cerdeña y de Córcega, conde de Barcelona, de Rosellón y de Cerdaña, y duque de Atenas y de Neopatria. Para lograrlo, Pedro tuvo que enfrentarse con Castilla y Génova.
La actual comarca de la Anoia se quedó al margen de la mayoría de los escenarios de batalla de la época. Esto, que era una bendición para la población civil, suponía un quebradero de cabeza para la nobleza militar, ya que los nobles no tenían suficiente con las riendas que les daban los castillos, sino que necesitaban participar de las ganancias de la guerra. Por este motivo, tuvieron que enrolarse al servicio de la Corona para optar a cargos públicos en el Principado o en las nuevas posesiones. Así pues, en el siglo XIV, los nobles de la Anoia estaban repartidos por Mallorca, Cerdeña i Sicilia. Pero, ¿es realmente cierto que sus luchas por el poder no llegaron hasta la Anoia?
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