
Guillem Sescorts
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Guillem Sescorts acompañó a Jaime I en la conquista del Reino de Valencia, junto con su familia. No era una familia cualquiera; eran comendadores de la orden de San Jorge de Alfama, una orden de religiosos-guerreros al servicio de la monarquía. En agradecimiento a los servicios prestados, en 1265 Guillem Sescorts fue nombrado castellano del castillo de Piera, a cambio del compromiso de acoger siempre a los condes-reyes.
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El Rey: de señor de castillos a protector de ciudades
A principios del siglo XIII, Jaime I reunía todos los títulos de conde del principado, excepto el de Urgel. Además, era rey de Aragón, por lo que prácticamente el único contrapoder que tenía era el de los vizcondes. En la Anoia del siglo XIII, los máximos competidores de Jaime I eran los vizcondes de Cardona, con sus vasallos de Ódena y Castellolí. Jaime tenía que utilizar todos los recursos posibles para frenarlos, pero ya no podía confiar completamente en los Claramunt, sus tradicionales aliados. Una de las opciones que le quedaban pasaba por debilitar a todos los señores feudales por igual y a los castillos como origen de su poder. De esta situación se vieron favorecidas las ciudades emergentes de Piera e Igualada, en las que el rey iría ganando poder como apuesta de futuro.
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[toggle title=»INTRODUCCIÓN»]
A la sombra del rey Jaime I
De las luchas internas a la conquista de nuevos territorios
El siglo XIII fue determinante para los castillos de la Anoia y sus habitantes: pasó de ser una tierra de frontera a ser la cuna de los conquistadores y los colonizadores de los reinos sometidos por Jaime I. La baja nobleza de la Anoia era castellana (guardiana) de los castillos, pero no era propietaria. La expansión supuso para ellos una forma de enriquecimiento y gloria militar. Por otro lado, el rey Jaime, cuestionado en su juventud por los nobles (entre los que también se encontraban los habitantes de la Anoia), conseguirá convertirse en la figura central de esa época gracias a su lideraje en la conquista.
La actual comarca de la Anoia se convirtió en el tablero de una partida de ajedrez a cuatro bandos. Los Claramunt señoreaban el centro y el sur de la comarca, los Cardona ya se habían apoderado de Ódena y Castellolí, el rey tenía posesiones en Piera y Cabrera, y la Iglesia velaba por sus intereses en la villa de Igualada y el extremo sur del actual término de Piera. Estos cuatro poderes mantuvieron relaciones constantes, y no faltaron los pactos, las traiciones, los crímenes y los gestos de audacia.
La partida para hacerse con la Anoia pasó por numerosos intercambios de poder y fue clave para el futuro del país. ¿Cómo consiguió Jaime I superar las revueltas de los nobles? ¿Como consiguió el abad de Sant Cugat blindar Igualada ante el asedio de los señores de su entorno? Si queréis resolver estas y otras preguntas, adentraos en la constelación de historias entrecruzadas del siglo XIII en la Anoia.
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