
Guillem de Ferrera
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Guillem de Ferrera
Coincidiendo con la época de la peste negra, se produjo un cambio de abad en el monasterio de Santes Creus. El sucesor del abad Miró fue Guillem de Ferrera, que no fue elegido por la comunidad monacal, sino impuesto por nombramiento papal a sugerencia del rey.
No obstante, Guillem se enemistó con el rey debido a los proyectos de fortificación del monasterio que Pedro tenía y por la venta de unos derechos señoriales a los Cervelló.
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Espacios reales y de la Iglesia: brechas del poder feudal
La ciudad de Igualada ya hacía tiempo que volaba sola y sus ciudadanos se organizaban a imagen de las instituciones del Principado. Había otros territorios que quedaban fuera de la jurisdicción de los señores de la zona: Contrast (propiedad del priorato de Montserrat) y Roqueta (en manos de Santes Creus). A pesar de no representar unos núcleos destacados, tenían su papel en el territorio.
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Al servicio de Pedro el Ceremonioso
(siglo XIV)
El siglo XIII había supuesto el estallido del poder catalán en el Mediterráneo: Jaime I había incorporado a la Corona los reinos de Mallorca y Valencia, su hijo Pedro II había añadido Sicilia, y su nieto Jaime II, Cerdeña. No obstante, los hijos de los monarcas se habían ido repartiendo los reinos, lo que incluso había provocado enfrentamientos entre ellos.
Resolver este problema fue el principal objetivo de Pedro III el Ceremonioso en el siglo XIV. Durante los más de 50 años de reinado, centró sus esfuerzos en reunificar todas las posesiones de la familia. Cuando murió, Pedro III era rey de Aragón, de Mallorca, de Valencia, de Cerdeña y de Córcega, conde de Barcelona, de Rosellón y de Cerdaña, y duque de Atenas y de Neopatria. Para lograrlo, Pedro tuvo que enfrentarse con Castilla y Génova.
La actual comarca de la Anoia se quedó al margen de la mayoría de los escenarios de batalla de la época. Esto, que era una bendición para la población civil, suponía un quebradero de cabeza para la nobleza militar, ya que los nobles no tenían suficiente con las riendas que les daban los castillos, sino que necesitaban participar de las ganancias de la guerra. Por este motivo, tuvieron que enrolarse al servicio de la Corona para optar a cargos públicos en el Principado o en las nuevas posesiones. Así pues, en el siglo XIV, los nobles de la Anoia estaban repartidos por Mallorca, Cerdeña i Sicilia. Pero, ¿es realmente cierto que sus luchas por el poder no llegaron hasta la Anoia?
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