En la época de Wifredo el Velloso, toda la comarca de la Anoia quedó incorporada a sus condados. No obstante, 100 años después todavía no era un territorio seguro. La débil frontera que separaba a los cristianos de los sarracenos a menudo era traspasada por las espadas. Y, los primeros en sufrirlo, los más vulnerables, eran siempre los colones.
A lo largo de la primera mitad del siglo XI, los herederos de Wifredo lucharon por conservar este territorio promoviendo repoblamientos, levantando fortificaciones y, cuando tenían la ocasión, saliendo al ataque. Pero todo cambió a mediados del siglo XI. El aumento del poder de los condes y la división del califato de Córdoba en taifas no propició un avance de la frontera, sino un estancamiento, ya que los condes preferían cobrar tasas a las taifas andalusíes y expandirse hacia Occitania. En el siglo XII, los condados catalanes ya eran maduros y fuertes, y optaron por derrumbar la frontera que se habían autoimpuesto en el sur.
Durante aquellos 150 años, se movieron por la comarca de la Anoia grandes personajes: nobles, obispos, guerreros y diplomáticos. Todos ellos dejaron huella y todos protagonizaron luchas memorables.
El condado de Cerdaña y Berga había sido conquistado por los francos en el siglo IX. Al último conde al que designaron allí los reyes francos fue Wifredo el Velloso, el cual, a su muerte, repartió sus condados entre sus hijos. En cada generación, los diferentes territorios se repartían entre los hermanos, anexionándolos o volviéndolos a escindir según las necesidades. De esta forma, a finales del siglo X llegó a las manos de los bisnietos de Wifredo el Velloso. Tras un breve periodo de división del condado en dos, este se volvió a reunificar bajo el mandato de Guifré II.
Pero en aquel momento las cuestiones dinásticas no eran la principal preocupación del territorio: la frontera era frágil y el enemigo del otro lado, temible.
Guifré II de Cerdanya
En 988, Guifré II de Cerdaña heredó los condados de Cerdaña y del Conflent de su padre, Oliba Cabreta, que había decidido hacerse monje. En 1003, su hermano Oliba también decidió hacerse monje y le traspasó el condado de Berga. Con poco más de 30 años, Guifré II disponía, pues, de un patrimonio notable que no le había costado demasiado conseguir. Los problemas empezaron precisamente aquel año 1003.
Su pariente Ramon Borrell, conde de Barcelona, dirigió una expedición a Lleida que fracasó en la batalla de Albesa. Abd al-Malik, hijo de Almansor, lideró la respuesta del califato de Córdoba entrando con un ejército de 17.000 hombres a las actuales comarcas de la Noguera y la Anoia. Castellolí fue destruido. Ante este despliegue de fuerza, poco pudieron hacer los condes catalanes. En 1006, Abd al-Malik volvía a moverse por la frontera, pero Guifré ya había aprendido la lección…
Abd Al-Malik
Ser hijo de Almansor, el gran guerrero y político del califato de Córdoba, implicaba tener el listón muy alto. Y ser su segundo hijo no era la situación óptima. Pero Abd Al-Malik era un gran guerrero que ya se había distinguido en algunas campañas bajo las órdenes de su padre. Por eso, cuando este murió, nadie puso en duda que heredara sus cargos a pesar de tener solamente 27 años. Se mostró implacable contra los reinos y los condados del norte de la Península y los hizo caer en varias batallas. En la Anoia, arrasó Castellolí y, tres años más tarde, quería volver a dar un golpe de gracia en el territorio.
La perla de la herencia de Wifredo el Velloso era el condado de Barcelona. A excepción de momentos puntuales, el título acostumbraba a ir acompañado del condado de Osona, lo que implicaba el control de prácticamente toda la comarca actual de la Anoia. El casal de Barcelona era reconocido por los demás condados como el más importante, y lideró algunas acciones de guerra conjuntas. En ese momento nació el concepto de Principado de Cataluña. A pesar de ello, se produjeron conflictos internos entre los condes y la pequeña nobleza que fueron la raíz del feudalismo. Los cambios también se notaron en la política fronteriza: ¿qué era más rentable, cobrar impuestos a los territorios musulmanes vecinos o conquistarlos?
Ermessenda de Carcassona
Cuando Ermessenda se casó con el conde de Barcelona, Ramon Borrell, no se conformó con tener un papel secundario de esposa y madre. Gobernó junto con su marido y, a su muerte, obtuvo el derecho de por vida de cogobernar el condado junto con su hijo Berenguer Ramon I y con su nieto Ramon Berenguer I, que la tuvieron que aceptar a su lado (no sin conflictos). Su papel político fue clave para la Cataluña del siglo XI. ¿También lo fue para la Anoia?
Guasca
Esposa de Bernat Guifré de Balsareny, Guasca disfrutó de una buena posición. Su marido había recibido de los condes Berenguer Ramon y Ermessenda de Carcasona el encargo de custodiar y fortificar la Manresana y otros castillos cercanos, como el de Veciana. Cuando quedó viuda, recibió de su marido el dominio sobre esos castillos, pero ¿qué haría con ellos? La gente de su entorno tenía algunas ideas al respecto.
Guerau de Jorba
Guerau de Jorba procedía de una familia poderosa en Cervera y en sus alrededores. Mientras que su hermano Guillem recibió Cervera y otras posesiones de la Segarra, Guerau empezó a construir su centro de poder en la Anoia, donde poseía los castillos de Jorba, de Montmaneu, de Veciana, de Tous, de Ódena y de Castellolí. Aunque esto le convertía en un hombre poderoso, Guerau no tenía suficiente. Hizo carrera en la corte de Barcelona y, de la mano del conde Ramon Berenguer IV, participó en la conquista de Tortosa y Lleida. Cuando aún no tenía 20 años, sus posesiones ya llegaban hasta el Segriá, pero había conseguido ser algo más: aparte de un hombre muy rico, fue consejero personal del conde de Barcelona. Muerto el conde y con el rey niño Alfonso, se abría un periodo de regencia que perjudicaba sus intereses. Guerau tenía que mover ficha, y lo hizo de forma notoria…
En época visigoda, la ciudad de Ausa (que después tomó el nombre de Vic) fue sede episcopal. Tras la interrupción por la conquista musulmana, Vic volvió a tener obispos a finales del siglo IX, en época de Wifredo el Velloso.
Además de sus funciones religiosas, los obispados también tenían un poder territorial importantísimo, y Vic no era una excepción. A principios del siglo XI, los condes de Barcelona le cedieron el poder sobre buena parte del norte y del oeste de la comarca de la Anoia. Pero no era un regalo a cambio de nada: quien recibe un territorio de frontera, tiene que ocuparse de defenderlo, en algunas ocasiones con la espada y, en otras, con el arado.
Arnulf
Arnulf era hijo del vizconde de Osona, pero a él le reservaron la carrera eclesiástica (los títulos los heredó su hermano, Ermemir II). En 985, la razzia de Almansor descubrió a Arnulf en Barcelona ejerciendo de archidiácono, lo hizo prisionero y, posteriormente, lo liberó previo pago de un rescate. Arnulf siguió haciendo carrera y, en 993, fue elegido obispo de Vic. En ejercicio de su cargo, viajó a Roma y a Jerusalén. Cuando regresó a Vic después de este viaje de seis años, Arnulf era un hombre maduro y experimentado en el mundo de la diplomacia y de las armas. Como consejero del conde de Barcelona, Ramon Borrell, tuvo un papel clave en el nuevo rumbo que tomó la política catalana: la mejor defensa es un buen ataque.
Guillem de Mediona
Procedente de una familia poderosa en Girona y en Bages, Guillem fue ordenado levita por Borrell, obispo de Vic. Como tal, tenía que ayudarle, pero solo el obispo sabía el alcance de la misión que se le iba a encargar. ¿Guillem estaría a la altura? Desenlace en el castillo de Calaf
L’abat Oliba
El abad Oliba era hijo de Oliba Cabreta, conde de Cerdanya y Besalú. Cuando su padre se retiró para hacerse monje, Oliba recibió el condado de Berga con solo 17 años. Pocos años después, decidió seguir los pasos de su padre y hacerse monje, y dejó el condado de Berga a su hermano, Guifré II de Cerdaña. A pesar de ello, era un hombre con ambición y pronto consiguió ser abad de tres monasterios. Su ascenso no pasó desapercibido en la casa condal de Barcelona, y la condesa Ermessenda contribuyó a que lo proclamaran obispo de Vic. A cambio, Ermessenda ganaba un aliado para frenar a los vizcondes de Cardona en la comarca de la Anoia.
Guillem de Balsareny
Guillem de Balsareny probablemente celebró, calladamente, la muerte de dos parientes suyos en un mismo año. La muerte de su hermano Guillem lo convertía en señor de Balsareny (Desenlace en el castillo de la Manresana); la muerte de su tío, el abad Oliba, le permitía ser el nuevo obispo de Vic. Pero se trataba de mucho más que cargos, se trataba de acceder a la primera línea de poder como consejero de la condesa de Barcelona, Ermessenda. Su alianza marcó la política de la Anoia, incluso más allá de la muerte de Ermessenda.
El avance del condado de Osona hacia el sur, en época de Wifredo el Velloso, llegó hasta las actuales comarcas del Bages y de la Anoia. Los condes nombraron vizcondes de Osona a unos delegados suyos. A finales del siglo X, el vizconde Ermemir II se instaló en Cardona, y su sobrino y sucesor, Eribau, se hizo nombrar vizconde de Cardona, no en balde, ya que era un lugar seguro y controlaba unas minas de sal riquísimas. Los Cardona acumularon un gran patrimonio, pero su poder iba más allá de sus territorios: algunos miembros de la familia fueron nombrados obispos de Vic, de Urgell y de Barcelona. Solo había un peligro que les quitara el sueño: no poder perpetuar su linaje. Y ese siglo XI les deparaba un trance importante…
Eribau I
Eribau era el tercer hijo del vizconde Ramon I. Su hermano mayor, Bermon, sucedió a su padre, pero cuando este murió, cambiaron la fórmula: los dos más jóvenes, Folc y Eribau, ejercieron conjuntamente de vizcondes. A pesar de ello, Eribau aún acaparó otro alto cargo: el de obispo de Urgell. Con este doble papel, el de vizconde y el de obispo, veló por los intereses de los Cardona en una disputa clave en la comarca de la Anoia: ¿quién tenía los derechos sobre la zona norte de la comarca?
Ramon Folc I
Hijo del vizconde Folc I y sobrino del vizconde Eribau I, Ramon Folc I los sucedió después de la muerte de ambos con poco tiempo de diferencia. Como aún era un niño, mientras su madre se encargaba de gestionar las propiedades de la familia, Arnau Mir de Tost, el señor de la guerra por excelencia, le hizo de tutor.
Con la mayoría de edad, Ramon aprovechó las turbulencias del condado de Barcelona para sacar poder al mismo tiempo que acumulaba castillos en la frontera de la Anoia. En sus años de madurez, le rondaba la necesidad de hacer cambios en la tradición de los Cardona de pasar la herencia de hermano a hermano. Había que adaptarse a los nuevos tiempos y tener herederos jóvenes, como lo había sido él, pero su hijo estaba cautivo. La solución se le reveló mirando hacia las aguas del río Anoia…
Bernat Amat de Claramunt
Antes de nacer, Bernat Amat de Claramunt ya tenía el mundo a sus pies, pero era un mundo cambiante. Su familia, los Claramunt, tenía el favor de los condes de Barcelona, de los que había recibido el título de vizcondes de Tarragona. Con Tarragona aún por conquistar, un malabarismo sucesorio les brindó el rico vizcondado de Cardona. Bernat Amat llevaba puesto el sombrero de Cardona, pero su cabeza acumulaba el bagaje de los Claramunt. Desenlace en el castillo de Segur